miércoles, 12 de octubre de 2016

Maizada de Gallardo

Ricardo Gallardo tiene un problema. 480 vacas y 72 sementales conforman su ganadería. Es materialmente imposible tenerla en la mano. En Zaragoza presentó una corrida indigna. Algunos, grandes como mulas; otros, con apariencia de erales.

Iván Fandiño sueña con un toro gris de Escolar: el de la encerrona de Madrid. Desdibujado, destemplado, sin sitio. El de Orduña parece un torero sin ilusión por vestirse de luces. En los cuatros toros que pasaportó no hizo absolutamente nada destacable. La corrida no permitió grandes lujos, pero las formas del vasco distaron mucho de su condición de promesa a figura de hace un tiempo. Debería recapacitar. Para rematar, el sexto le hizo hilo a favor de querencia, Iván tropezó y el astado le infirió un navajazo en el muslo. Lo mejor, los pares de banderillas de su cuadrilla en el segundo.

Volvía Joselito Adame a la arena de la que huyó en San Jorge. De nuevo nos deleitó con su concepto: desde fuera y para afuera. Consiguió que todos los toros que pasaron por sus manos de un momento a otro rodaran como si fueran croquetas. Lo bueno que tiene Adame es que es un torero listo, que vende su producto como un tombolero. Y alguno se lo compra. Oreja al esportón de un toro que hizo segundo y que se mereció ser toreado y no sometido a banderazos. El quinto fue un toro impresentable. Feo, chico, anovillado. Vergonzoso. La bronca en la plaza fue monumental, pero ni los de arriba ni los de abajo hicieron nada para evitarla. El animal, al menos, tuvo raza. Y el mexicano anduvo por allí. Una nota a destacar fue que la muleta de Adame es incluso más grande que en abril. Nos alegramos de que su pequeña goce de salud y crezca fuerte y sana.

Javier Jiménez vino a Zaragoza a demostrar que quiere ser torero. Su forma de torear es muy pura, especialmente con la mano izquierda. Pone la muleta por delante, lleva al toro con temple e intenta rematar detrás de la cadera. Después de torear al tercero de la tarde se pegó un arrimón de infarto. A la hora de matar se tiró a morir y resultó prendido, infiriéndole el toro una cornada con dos trayectorias. Es el precio de la gloria. Jiménez quiere ser y será torero. Rafael Limón, de su cuadrilla, también recibió una fuerte cornada en el quinto.
Una corrida para no repetir si se va por primera vez a una plaza de toros. Pronta recuperación a los heridos.

Crónica disponible en: http://www.porelpitonderecho.com/inicio/maizada-gallardo-3401

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