martes, 13 de octubre de 2015

CRÓNICA ZARAGOZA. 2ª DE LA FERIA DEL PILAR


La emoción de la casta en el Día del Pilar



El segundo festejo del ciclo aragonés, que en un principio pudo echar para atrás al aficionado, 
al final resultó interesante. Un “mano a pata” sin competencia, sin interés y con precedentes que 
no invitaban al optimismo. Sin embargo, un toro de Daniel Ruiz, bravo, encastado y con un pitón 
izquierdo para soñar, galardonado con la vuelta al ruedo, y un manso “de público” de la factoría
 Lozano han hecho triunfar a El Juli.
Abrió corrida un berrendo en negro para rejones. Mutilado en sus defensas hasta el extremo.
Vomitivo. De acuerdo en que quiten las puntas a los animales destinados a rejones (aunque no sea
de mi agrado), pero este animal era casi mogón. Ventura estuvo aseado con él. Ni fu ni fa.
648 kg. pesó el de Carmen Lorenzo que hacía tercero. Un Murube que salió sin hacer ni caso a la
garrocha que ofrecía Diego Ventura, colocado a porta gayola. Una vez que recibió dos rejones de
 castigo en lo alto, el animal despertó y rompió a embestir. Embestía en Murube, como mandaba
su sangre. Y el jinete formó un lío con Nazarí. O mejor dicho, Nazarí formó un lío. El caballero
se dejó llegar el toro en exceso al caballo, que se doblaba en una expresión muy torera.
Siguió el alto nivel con Milagro. Dos pinchazos atrás y una estocada en los blandos pasaportó
al encastado toro del Capea que mereció mejor muerte. Y que me gustaría haberlo visto a pie…
Ventura desconectó en el quinto. Ni pudo, ni quiso poder con el animal. Prueba de ello es que
utilizó a tres caballos diferentes en banderillas para no dejar ninguna estimable. Mató de un rejón
fulminante y se ganó la oreja pedida por el respetable que venía a verle. Pues que le aproveche
con unas judías, porque es para lo único que tiene valor.
El de Garcigrande se escobilló los pitones nada más rozar el peto del picador. Las fundas y tal…
Lidiado por arriba para cuidarlo, el manso y descastado fue eso. Manso, descastado. Soso. El Juli
le intentó bajar la mano en la segunda tanda y el animal no lo aguantó. El torero estuvo periférico,
descargando la suerte, lineal en el mejor de los casos. Con un julipié infame en los bajos acabó con
un animal que nadie recordará.
El plato fuerte de la tarde llegó en el cuarto capítulo. Pescadero, número 66 de Daniel Ruiz. 545 kg
 de casta. Un tanto basto pero con dos puntas por delante que quitaban el hipo. La primera vara
que recibió el animal fue de bravo, con el animal empujando de verdad al peto. Hubiera descabalgado
 al piquero si un monosabio con afán de protagonismo eterno en esta plaza no se hubiese hecho
el héroe de la tarde. La segunda vara fue testimonial. ¿Tanto cuesta enseñar al animal en el caballo?
¿Por qué nos hurtan tarde tras tarde el primer tercio? A los medios se fue a brindar el de Velilla,
comenzando su faena en el tercio con firmeza y quietud con pases por alto. El animal pedía sitio,
y Juli no se lo dio. No lució al animal en ningún momento. Y los aficionados se lo hubiésemos
 agradecido, porque el danielruiz lo merecía. A cambio nos obsequió con unas primeras tandas
de toreo lineal, despegado, pero más erguido de lo que es habitual en el madrileño. Con la
izquierda estuvo poderoso y largo, destacando un natural soberbio y los pases de pecho. El toro
pedía los papeles, y El Juli se los enseñó. Una pelea de casta entre ambos. Tras el arrimón con
el que finalizó la faena, la espada viajó certera a la yema tras el julipié de rigor. El toro se
tragó la muerte, aguantándose de pie. Dos orejas para el coleta y vuelta al ruedo para el animal.
Quizá algo excesiva por la ausencia del segundo puyazo. Aún así, un toro de nota muy alta.
El sexto, de Alcurrucén, tenía una cara de plaza de segunda. Acucharado y brocho. Muy en Núñez,
sí; pero feo como él sólo. Manso en el caballo, rompió a embestir en la muleta con una clase
extraordinaria por el pitón izquierdo. El comienzo de faena fue clave. Dos doblones con la
rodilla en el suelo poderosos. Templado por ambos pitones, pero el cortijo estaba en el izquierdo.
Despacio, largo, hasta donde ponía el torero la muleta. Hasta ahí llegaba el de los Lozano.
Y El Juli no lo comprendió hasta el final de faena. Un julipié trasero y bajo le privó de
una segunda oreja que el respetable pidió. El presidente, bien, no la concedió y aguantó la bronca.
 Criterio y rigor. Lo dicho, bien
.

Crónica publicada en: http://www.porelpitonderecho.com/inicio/la-emocion-la-casta-en-dia-del-pilar-2338 

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