Hacía tiempo que no le daba a la tecla. No tenía ni tiempo
ni ganas. Pero hoy toca una historieta tan auténtica como increíble: 1943 y Rocroi.
La verdad que he tenido que volver a releer a Reverte y su
Alatriste este verano para volver de nuevo a investigar un poco sobre los
Tercios Españoles, la infantería más perfecta que los siglos han visto. Y, como
en España desde hace más de un siglo y dos amamos más la decadencia que las
luces, qué mejor oportunidad para tratar que Rocroi.
Más que de la batalla quiero hablar tanto de lo que cuenta
la colección de libros de Alatriste como de la grandiosa escena de la película.
Ambas reflejan a la perfección la clave, en mi opinión, del éxito de los
Tercios: el Honor. Y nadie mejor para representar esto que los pinceles del
mejor pintor sobre temática militar de la actualidad: Augusto Ferrer- Dalmau,
que refleja en su Rocroi, el último Tercio
esto de lo que hablo.
Rocroi fue el principio de un fin ya anunciado. Y allí,
nuestros antepasados combatieron (y murieron en su mayoría) con lo único que
tenían: Honor. No obstante, seguimos dando guerra durante, al menos, 20 años.
Una y otra vez los franceses cargaron contra España.
Una y otra vez resistieron los Tercios. El uso de artillería fue decisivo para El
Gran Condé. A cada brecha abierta en la vanguardia del Tercio, ocupada por los
soldados más veteranos, España respondía cerrando sus filas. Cierra, España. “Soldados
viejos a vanguardia, soldados viejos a retaguardia”. El honor de luchar en
primera fila. El honor de morir en primera fila.
Y en un momento de descanso, parlamento. Españoles, les ofrezco una capitulación honrosa permitiéndoles salir en formación y con sus banderas. «Decidle al señor Duque de Enghien que agradecemos sus palabras. Pero esto es un tercio español»
Esto es algo que queda bastante bien reflejado en
la película de Díaz Yanes. La música de fondo, la marcha La Madrugá de Abel
Moreno interpretada por el Regimiento Soria 9, la unidad más antigua del
Ejército y descendiente directa de aquellos Tercios.
La derrota nos llegó en Rocroi. Lo que no perdimos
fue el Honor. Cuando los franceses preguntaron por el número de nuestras
tropas, un soldado, arrogantemente, contestó: «Contad los muertos».
Porque
pudimos perder la vida y nuestro Imperio, pero no perdimos la dignidad.
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